Distopia. Identidad. Resiliencia
David Gonzàlez, residente de la 3a edición de la Residència de Guions, define así su proyecto Napalm. Hablamos con el FUERA DE GUION.
Graduado en guion y dirección por el Centre d’Estudis Cinematogràfics de Catalunya (CECC), David Gonzàlez ha trabajado durante diez años como técnico de dirección en múltiples producciones entre las cuales destacan Vicky Cristina Barcelona, de Woody Allen, o Biutiful, de Alejandro González Iñárritu.
Su cortometraje El vestit (2016) gana el Primer Premio del Concurso Iberoamericano Versión Española-SGAE, y es reconocido como Mejor Corto en el Festival de Cinema en Català (FIC-CAT) y Mejor Cortometraje Español en el Festival Internacional de Bueu (FIC-BUEU). Asimismo, su cortometraje de ficción La dignitat (2018) gana el premio a Mejor Guion en el Festival de Cine de l’Alfàs del Pi y participa en varios festivales internacionales.
Además del cine, Gonzàlez ha participado como director de unidad en series de ficción como Merlí: Sapere Aude (Movistar+), Moëbius y Les de l’hoquei (3cat). Tiene pendiente de estreno Delta, su primera serie como creador (3cat y À Punt Media).
Actualmente, es residente de la 3.ª edición de la Residència de guions de la Acadèmia del Cinema Català, donde trabaja en la escritura de Napalm, adaptación de la novela Napalm al cor de Pol Guasch (Premio Anagrama 2021), que será su primer largometraje.
¿Cómo surge Napalm? ¿Qué o quién es el detonante?
La novela de Pol Guasch me fascinó desde la primera lectura y enseguida vi claro su potencial para una adaptación cinematográfica. Tengo una relación muy particular con la literatura; cuando leo, me pasa que, de forma inconsciente, mi cabeza empieza a imaginar cómo sería la película. Puede ser muy molesto, pero no lo puedo evitar. En el caso de Napalm al cor, fue así desde las primeras páginas.
Tres palabras (se admite cualquier categoría gramatical) que defina Napalm.
Distopía. Identidad. Resiliencia.
Referentes que hagan crecer tu guion.
En este caso, al tratarse de una adaptación, el referente principal es, obviamente, la novela. En cuanto a películas, a nivel de distopía me gustan mucho Stalker, de Andrei Tarkovsky (referente para cualquier distopía, supongo) y Le temps du loup, de Michael Haneke, aunque Napalm no será tan rematadamente pesimista como esta última.
Por el hecho de ser una road movie, me fijo mucho en elementos de El regreso, de Andrei Zvyagintsev (que percibo como una distopía encubierta) y de Bones and All, de Luca Guadagnino, sobre todo por cómo el pasado de los personajes se les va apareciendo en forma de flashes y sueños durante el viaje.
Y a nivel narrativo, al leer la novela pensé enseguida en el cine de Terrence Malick, especialmente en The Tree of Life, por la manera en que transita a través de una historia en lugar de explicarla de principio a fin.
¿Cuál es la metodología que haces servir en tu proceso creativo?
Como guionista soy muy intuitivo, poco técnico; lo que me sale de forma genuina es lanzarme de cabeza a escribir el guion, aunque seguramente no siempre sea el mejor método. En el caso de Napalm, por la complejidad de la adaptación, me estoy obligando a seguir más pasos técnicos previos a la escritura de la versión de guion, para asegurarme de no estar metiendo la pata. Supongo que el equilibrio ideal está entre la intuición y la técnica.
Completa la frase: Para escribir guion es indispensable…
En mi caso —y sé que muchos guionistas no lo sienten así—, ver MUCHAS películas, tantas como me sea posible. De todo tipo. Creo firmemente en eso que se dice que, como guionista y como director, se puede aprender igual o incluso más de una “mala película” (sea lo que sea que eso signifique) que de una obra maestra.
¿Cuál es tu peor dolor de cabeza durante el proceso de escritura?
En el caso de Napalm, interiorizar que la película debe ser una obra distinta de la novela de la que parte. Ser capaz de desprenderme de la obra original en el sentido de no aferrarme a cosas que pueden gustarme mucho, pero que, aunque funcionen muy bien en la literatura, pueden no hacerlo en el lenguaje cinematográfico. La teoría me la sé muy bien: una adaptación es una translación de un lenguaje a otro, pero luego hay que ser capaz de llevarlo a la práctica.
¿Qué ingredientes son esenciales para la elaboración de un buen guion?
Pasión, imaginación, resiliencia y un puntito —o dos— de masoquismo.